Hacía tiempo que no nos metíamos con los postmodernos. Aquí va un cómic sobre su fascinante mundo:
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Por cierto, lo de la dinámica de fluídos no es uno de mis frecuentes delirios. ¡Ese ensayo existe! Pueden ver un pequeño extracto aquí.
Hacía tiempo que no nos metíamos con los postmodernos. Aquí va un cómic sobre su fascinante mundo:
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Por cierto, lo de la dinámica de fluídos no es uno de mis frecuentes delirios. ¡Ese ensayo existe! Pueden ver un pequeño extracto aquí.
Hace unos días, El País nos ofrecía una noticia que llenó de optimismo mi corazón. Con un cursi lenguaje sociológico que me niego a reproducir aquí, viene a decir que por primera vez en la historia de España a los jóvenes les espera un futuro más negro que el de sus padres. El País, por lo que veo, debe entender que la juventud se prolonga hasta los 40 años, y el artículo se centra especialmente en aquellos pobres ilusos que se metieron en una hipoteca y apenas pueden pagarla. Personalmente, me resulta mucho más interesante lo que está sucediendo con los jóvenes de verdad, es decir, aquellos entre 14 y 18 años.
Todos tenemos la impresión de que las generaciones anteriores a la nuestra están, sorprendentemente, mejor surtidas de gilipollas. Recuerdo cuando, hace 10 años, el repetir curso era una humillación reservada únicamente a los macarras y a los retrasados. Hoy en día, pese al mayor número de asignaturas cuyo suspenso se tolera, empieza a ser difícil encontrar a un chaval que no haya repetido curso por lo menos una vez. Es una de las muchas ironías del siglo XXI… cuánto más celo se pone en evitar que haya repetidores, más hay. Lo mismo sucede con el maltrato, con la inseguridad ciudadana y, en definitiva, con todo aquello dónde nuestros amados líderes meten sus torpes manos. Pero sería injusto culparles únicamente a ellos; no tienen tanto poder.
Nuestro país tiene una larga tradición, muy arraigada en todos los estratos de la sociedad, de desprecio por el esfuerzo, y, lo que es aún peor, de ensalzamiento de la mediocridad, e incluso de la estupidez más galopante. Estamos hartos de ver por la televisión a millonarios, a menudo con puestos de grandísima responsabilidad, que a duras penas saben hablar. Personas inoperantes a las que nadie en su sano juicio les confiaría tarea alguna, por simple que fuese. Muy pocos se han hecho ricos de una manera medianamente ingeniosa… España carece de un Thomas Edison, de un Henry Ford, y le sobran vendedores de aire y de mierda, siempre a precio de oro.
Éste bombardeo constante de modelos nefastos es, para un chaval que se haya criado jugando al Grand Theft Auto, una auténtica invitación al gangsterismo, una excelente fábrica de vocaciones de señor feudal. El mero hecho de asistir a clase en lugar de irse al parque a fumar porros requiere, en éstos tiempos, considerables dosis de idealismo e incluso resignación.
De hecho, es sorprendente que la invasión del macarrismo y la dejadez no se haya producido mucho antes. El detonante probablemente haya sido la campaña por mejorar la calidad de la educación, ¡bienvenidos otra vez al siglo XXI!
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Profetizo un futuro al estilo Mad Max, pero con más publicidad, y, entre asesinato y asesinato, discursos moralistas sobre el lenguaje políticamente correcto. Me estoy planteando seriamente la posibilidad de abandonar mi casi finalizada carrera como físico, e iniciar una mucho más prometedora en la coyuntura actual y futura. La de organizador y promotor de peleas de gallos.
Otros empleos con futuro serán, sin duda (se agradecen sugerencias):
La Universidad española, cada vez más interesada en satisfacer las necesidades del mercado laboral y menos en ejercer su verdadero papel, debería tomar buena nota y crear una licenciatura en ciencias del macarrismo donde se formase como es debido a los profesionales del futuro.
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Aquí les presento, con cierto retraso, un cómic inspirado en las pasadas elecciones europeas:
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En los últimos años hemos descubierto que los verdaderos negociazos consisten en vender aire. ¿Quién quiere montar una acería, una mina de carbón, o una compleja fábrica de automóviles pudiendo vender politonos, leer el futuro, gestionar una inmobiliaria, o montar un call tv? Algunos agoreros dicen que éste superávit surrealista del sector servicios, por llamarlo de alguna manera, no lleva a nada bueno, que consisten en tirar de un hilo al final del cuál no hay nada, que su popularización puede desembocar en una crisis, etc… Pero no debemos hacer caso a éstos payasos anclados en el siglo XX, queremos dinero y lo queremos sin esfuerzo. La principal materia prima del siglo XXI no será la madera, ni el petróleo, ¡nada de eso!… la principal materia prima y fuente de riqueza de nuestro siglo es la estupidez. Aprovéchela.
He aquí un excelente ejemplo, ideal para individuos como usted, con mal gusto y peores escrúpulos. En doce sencillos pasos puede usted montar el tinglado, le explicamos como hacerlo:
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Los especímenes con mirada muerta, conocidos en el mundillo como "ojos de tiburón" u "ojos de muñeca", suelen ser los que mejor funcionan
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En próximas entregas, monte su propio servidor de politonos.
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Hoy el buzón me deparaba una sorpresa. En lugar de la habitual colección de facturas, cartas trampa, y catálogos de lápidas, he encontrado ésta amable carta:
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El año pasado estuve en una fiesta parecida, organizada en la embajada belga en Madrid. Como buen alcarreño, obsequié a mi anfitrión con un tarro de miel, deseando que ese sencillo gesto uniese a nuestros pueblos.
Lo cierto es que la fiesta fué bastante aburrida y excesivamente formal; lo más divertido fué ver a un mayordomo llevando una bandeja llena de tetrabricks de Don Simón.
En fin… aquí les dejo éste post tan insípido, pero es que estoy de exámenes y tengo que rellenar con algo el blog mientras no pueda dedicar demasiado tiempo a escribir.
El salvajismo y la exageración de los tiempos modernos está convirtiendo la tarea de parodiar, que tanto gusta en ésta casa, en algo realmente difícil. El ejemplo más notable lo tenemos en nuestro querido Berlusconi.
¿Cómo escribir una historia de cachondeo sobre un dictador ultragañán manteniéndose dentro de la ficción?, um…, veamos…, ¡todas las ideas buenas están cogidas y usadas!, a saber:
Todo ello sin dejar de estar a bien con la iglesia católica. Una serie de mamarrachadas, en definitiva, que están tirando por tierra la imagen exterior de su país. Una vez más, la realidad supera a la ficción.
La última se ha producido a raíz de la publicación de unas fotos en el diario El País, cuya publicación el propio Berlusconi había prohibido en Italia (en un alarde sin precedentes de respeto a los derechos individuales), en las que se le ve en un sarao en su mansión de Cerdeña, rodeado de mujeres jóvenes (algunas de ellas, según parece, menores de 18) ligeras de ropa; al más puro estilo de los supervillanos de James Bond, pero más sórdido. Ha trascendido, además, el uso de aviones del ejército para el transporte de la legión de golfas, acompañadas de enanos (?), a la mansión insular de nuestro héroe.
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Il Cavaliere ha puesto el grito en el cielo; como también lo ha hecho Mirek Topolanek, ex primer ministro checo, que también aparecía en las fotos. Su cabreo e indignación contrastan fuertemente con el despliegue de macarrismo desinhibido que se puede observar en las fotos.
Se ha levantado polémica incluso en España sobre la actuación de El País al publicar unas fotos secuestradas en Italia. Por mi parte, considero que han hecho muy bien en publicarlas; al fin y al cabo, en eso consiste el oficio de periodista. 3 puntos para El País. Lo del supuesto derecho a la intimidad es un argumento de risa; los italianos tienen derecho a saber que están siendo gobernados por un cani (de éxito, eso sí).
Habrán cobrado su buen dinero, pero aún así, lo cortés no quita lo valiente. Es alentador saber que, sea por el motivo que sea, a éste tiparraco le ha salido el tiro por la culata. Es tan alentador que incluso ha logrado que hoy me sienta un poco patriota: éste no es tu feudo, y nosotros no somos como los descerebrados que te votan.
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He tenido serias dudas sobre si publicar o no éste artículo. Tiene un tono demasiado serio, y además trata un tema delicado, y no quisiera ser malinterpretado, ni meter miedo a nadie.
Debo decir que he viajado varias veces en avión, muchas de ellas han sido vuelos transatlánticos, y jamás he tenido ningún problema.
Finalmente, Jenny me ha convencido para que lo publique. Espero que guste.
Ayer, cosa rara, el sensacionalismo nos trajo una sensación que, creo yo, vale la pena recordar aunque sea desagradable. Me refiero a la impactante noticia del vuelo AF-447, que cubría la ruta Río de Janeiro – París y que nunca llegó a su destino, sin que, en el momento de escribirse éste artículo, se sepa qué demonios ha sucedido.
Cruzar el Atlántico de Sur a Norte no es cosa de chiste, y fenómenos terribles como éste nos recuerdan cuales son las limitaciones de una tecnología que muchos confunden con la magia, y creen omnipotente. A muchos les sorprende que algo como ésto haya podido suceder en el siglo XXI, como si vivir en el presente significase una inmunidad absoluta a los peligros del mundo.
Cuando uno se sienta en un avión, medio de transporte bastante seguro por lo general, y aunque todo esté pensado para desviar su atención hacia la nefasta película que se esté proyectando a bordo, lo cierto es que se suceden una serie de fenómenos impresionantes. De los cuales quizá el más impactante, es el de la enorme distancia que se va a recorrer en tan solo unas horas.
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La idea de hacer ésta ruta en apenas 10 horas es impresionante para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, sea del siglo que sea
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Uno despega desde Río de Janeiro, y se despreocupa de todo. Tras dos o tres horas de vuelo, pierde de vista el continente americano dejando atrás el mítico cabo de São Roque; empieza la película. Poco después, mientras Lobezno hace su primera aparición en las pantallas, algunos afortunados consiguen divisar el archipiélago de Fernando de Noronha, antigua colonia penitenciaria; pronto cambiaremos de hemisferio. Tres horas más tarde, cuando empiezan a servir la comida, uno puede ver el archipiélago de Cabo Verde, antigua colonia portuguesa, señal inequívoca de que la costa africana está cerca. En su día, el viaje de Cabo Verde a Noronha duraba casi un mes. Hora y media más tarde, sobrevolaremos las islas Canarias, y pasadas otras dos horas aparecerá bajo nosotros la costa portuguesa; con un poco de suerte sobrevolaremos la inconfundible ciudad de Lisboa. En ese momento más o menos comenzará la segunda película del viaje, una de Sandra Bullock. Por ahora hemos recorrido toda una ruta colonial portuguesa en apenas 7 horas; desde aquí, París parece estar a un tiro de piedra.
Hoy, sin embargo, el Atlántico parece más ancho. Mirar al mar nos produce congoja.
Varias naciones se han sumado a la búsqueda del avión siniestrado, al intento de comprender las causas del accidente, todas sin éxito por el momento. Un pequeño trozo de océano está haciendo parecer impotentes a las grandes potencias.
Hoy el Atlántico parece más ancho, o quizá es que, hasta hoy, nos parecía más estrecho de lo que realmente era.