El regalo de cumpleaños

Lo que refiero a continuación es un hecho real, tal y cómo me lo refirió un primo mío, protagonista de la historia.

Para su décimo cumpleaños, pidió unas figuras de Warhammer. ¿O eran unas cartas Magic? No lo recuerdo bien, y su madre tampoco… de modo que decidió llevar al cumpleañero directamente a la tienda de juegos de rol. Así podría escoger él mismo.

En su interior, un grupo de jóvenes, pasada ya holgadamente la veintena, jugaba una partida. Un par de ellos repararon en que el niño cumpleañero estaba dando sus primeros pasos en el mundo de los juegos de rol. No pudieron callarse: presumieron de su amplia colección, se burlaron de que el chaval no conociese los arcanos del rol, como la diferencia entre un hombre lobo y un licántropo y, con condescendencia, zanjaron: «No te preocupes, chaval. Así se empieza, ¡ya verás, ya, cuando tengas nuestra edad!. Serás como nosotros».

hell-dorado

Dramatización

De vuelta a casa, el jovencísimo cumpleañero se encontraba taciturno. Su madre lo notó. «¿Qué pasa, hijo?, ¿no te gusta tu regalo?», dijo. «No, no, no es eso mamá», respondió este.

Tras un silencio incómodo, la madre dijo: «Venga, suéltalo, ¿qué te pasa?». La respuesta del niño fue antológica: «Es que… mamá, cuándo sea mayor… ¿de verdad voy a ser como esos gilipollas.

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