El alma no es para tanto

He aquí el segundo y último artículo de ésta serie. El primero puede leerse aquí.

Dualismo y monismo:

 

¿Son la mente y el alma la misma cosa, como proponen los monistas?, ¿o bien son cosas distintas, como proponen los dualistas?

La intención de este texto es únicamente exponer breve y argumentadamente la opinión de su autor, que como se verá es mucho más cercana al monismo que al dualismo.

El alma:

 

Pensaba comenzar este párrafo con una cita que leí hace años, pero soy incapaz de recordar dónde la leí o quién era su autor. La cita era tan apropiada que he decidido añadirla aquí, explicada a partir de lo que recuerdo, aún a pesar de que esto resta elegancia al texto.

El autor de dicha cita hablaba de una experiencia vivida en una trinchera francesa en la primera guerra mundial, donde entabló amistad con otro soldado, un hombre que al parecer era extraordinariamente culto. Un día, cayó un obús sobre la trinchera, y el amigo del autor murió en el acto. La cita hablaba de la enorme impresión que causó en el autor ver a aquel hombre no muerto, si no despojado de su «esencia». El cuerpo seguía allí, pero la cultura, la agradable conversación y todo lo que había llamado tanto la atención del autor ya no estaban.

Esta historia ejemplifica muy bien qué es «eso» que unos llaman alma y otros mente.

Los dualistas, al tener noticia de este suceso, dirían que la mente del soldado ha muerto, pero que su alma no tiene porqué haber muerto igualmente. Los más osados, incluso conjeturarían sobre lo que ha sido del alma del soldado.

El autor del texto que está usted leyendo imagina la siguiente conversación en las trincheras:

Benoît, soldado francés, dice:

 

– Que Dios te bendiga Jean, pronto descansarás en el paraíso.

 

Bhaskar, soldado británico de origen hindú que no puede evitar escuchar el comentario de Benoît, dice:

 

– El alma de Jean no irá al paraíso, sigue en la tierra, reencarnada.

 

Benoît y Bashkar discuten sobre este punto, y pronto, dadas las circunstancias, la discusión comienza a tornarse violenta, hasta que se ve interrumpida por la voz de Dominique, que afectado por la psicosis de guerra no había abierto la boca desde hacía meses, diciendo lo siguiente:

 

– Jean tenía siete almas, y ahora todas ellas vuelan rápidamente hacia la estrella Polar, haciendo una parada de un mes en Oslo para cazar osos. Todas salvo una, la más grande, que viaja ahora hacia el centro de la Tierra.

 

Benoît y Bashkar ahora están de acuerdo en una cosa, Dominique se ha vuelto completamente loco.

Probablemente el lector se pregunte a qué ha venido este sainete de pluma gorda. La explicación es la siguiente, la hipótesis de Dominique no es más ilógica ni más absurda que la de sus compañeros, la única diferencia es que, probablemente, hasta hoy no la habíamos oído nunca, mientras que las otras dos ya son conocidas nuestras. Si el lector sigue pensando que la hipótesis de Dominique es más absurda que las de sus compañeros, le propongo que intente demostrar que es falsa.

Nótese que esta misma discusión jamás se hubiese desarrollado en torno a la mente de Jean (entendida como el soporte biológico del alma), pues es evidente, y lo más importante, es demostrable, que al morir el cuerpo (soporte biológico integral) también ha de morir la mente.

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¿Tiene alma éste ser?

¿Tiene alma éste ser?

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Pero el alma, al ser un objeto con atributos casi divinos, es, entre otras cosas, totalmente insensible (en el sentido de que no se puede tocar, ni ver, etc…) de modo que podemos decir sobre ella lo primero que se nos ocurra y absolutamente nadie podrá demostrarnos que estamos equivocados. Claro que esta invulnerabilidad a las críticas se paga muy cara, pues el alma (y en general, todas las cosas que se definen como insensibles) no tiene absolutamente ningún nexo con la realidad precisamente por ser insensible.

A juicio del autor, los intentos de separar el alma de la mente son consecuencia, por un lado, de esa costumbre tan típica de los humanos de buscar diferencias drásticas entre ellos y el resto de los animales, y por otro lado, de dar una «explicación» metafísica a los misterios de la mente, es decir, a prácticamente todo lo relacionado con ella, desde el aprendizaje hasta los supuestos fenómenos de telepatía.

La segunda de las causas que apunto es la más interesante de las dos, al menos a mi juicio. Incluso a día de hoy, apenas sabemos nada sobre el funcionamiento de la mente. Es bien sabido que el ser humano ha buscado explicaciones místicas todas y cada una de las veces que se ha topado con algo incomprensible (o mejor dicho, incomprendido), y además estas explicaciones suelen ser invulnerables a las demostraciones de falsedad; según hemos visto, no nos encontramos ante una excepción.

Muchos son los que piensan que es una osadía afirmar que el alma no existe si es imposible probarlo; pero no debemos olvidar que también es imposible probar que tenemos siete almas, o que las almas saben a fresa. De modo que, en efecto, negar la existencia del alma es una osadía, pero una osadía muy pequeñita.

7 Respuestas a “El alma no es para tanto

  1. Enhorabuena, como siempre, por tu entrada. El tema está planteado con una fina ironía que hace muy entretenida su lectura.

  2. Muchas gracias sbm; es bueno saber que, al menos, no estoy aburriendo a mis lectores habituales.

  3. Yo creo que el alma es esa cosa extraña del cuerpo que permite dar lugar a fantasías y a ventas en eBay con un papel que certifique la transferencia de tu respectiva alma.

  4. Pingback: Autobuses malditos « Ponga un mostrenco en su vida

  5. Yo no creo que la mente y el alma sean la misma cosa. Directamente creo solo en la mente y no se que eso que llaman alma, algo he escuchado por ahi….pero yo no tengo de eso. No tengo alma ¡¡¡ (que mal suena no?, cualquier creyente se creerá que me como a los niños recién nacidos y que estoy vació por dentro)
    De echo cuando muramos, los que tienen alma morirán con ella, y yo por el contrario estaré vivo en la mente de los que me recuerdan (no en el paraíso ehh¡¡)

  6. Buenisimo de verdad. He llegado aqui desde el blog de McManus y estoy disfrutando de veras.
    Quiza conozcas o te interese sobre el tema leer a Damasio un neurologo portugues premio principe de Asturias. Muy recomendable «el error de Descartes».

  7. Pingback: Dios y el gramófono | Ponga un mostrenco en su vida

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